La mañana yace en tus hombros y culmina en tu cabello.
Y las alas que entrecruzan los montes
como escalando hasta el borde de tus labios.
Un gorrión descansa a tus espaldas
agobiado por tu frívola mirada que no ha alcanzado a rozarle.
El vacío en tus ojos exuberantes en tedio,
hieren su cantar y sólo te observa, intentando comprenderte.
El gorrión pasmado ha quedado
por el viento que hasta tu ventana lo lleva,
como si aquel fuera su guía de regreso hacia ti...
como si sólo el viento de tu egoísta aroma
elevara sus alas sin más lugar, que hacia donde yaces tú.
Como vigilante pasea en tu balcón,
esperando que tu silencio estalle
al asomar tus ojos tras su presencia,
pero el pesado andar que abunda en tu silueta
te mantiene tendida, con tu abandonado respirar.
El ave se pregunta confundiéndose: "¿querrá vivir?" o más bien, "¿vive?".-
Tus labios ricos en sueños y secretos que el silencio reprime,
y la mirada ardiente en fuego que enciende tu ira,
lo limita a volar retornando a tu irónica fragancia,
hiriendo sus alas...