7/27/2012

Sin pañuelos ni hombros.

Miro la miseria de mi alrededor y lo que aquello manifiesta en mí, las lagunas que desean decaer por las grietas leves de mis mejillas redondeadas, son tragadas por mis ojos, apuñandolas para aquel instante en el que sólo el silencio pueda oirme. No quiero que nadie me cuestione, que nadie me toque, porque nadie va a entender mejor que uno mismo, lo que en el alma se imprime. Solo necesito un espacio, un pequeño rincón en donde yacer después de cada tarde agotadora por los incontables pensamientos respecto a los demás que había que reprimir por una cuestión de tolerancia o simplemente, para evitarse desencadenar un mal rato que me sobrecargará aún más, o en las noches ruidosas y friolentas, pero nada más estar ahí, escuchando y sintiendo a la vez, mi propio palpitar del corazón. Sentirme, escucharme, permitirme que cada diminuta sensación crezca libremente dentro de mí, tal y como debe fluir, sin oir ningún reproche, ni gesto de compasión, ni lástima ni mucho menos consuelo...

Un mágico milagro.

Inicialmente perdidos, en caminos separados. Crecen, se conocen a sí mismos, se aman a sí mismos, siguen caminando separados. Se aceptan a sí mismos, son seres libres; a un paso del encuentro. En ambos corazones despierta la búsqueda del otro, para compartirse y acompañarse bajo un milagro "sin muerte" llamado Amor. Entonces ocurre el encuentro milagroso de dos seres libres que vuelan hacia un mismo horizonte llamado eternidad.

Despierto

En el eterno mar de pensamientos que innnda mis pupilas en cada precipicio de aquellos varios recuerdos, es donde comprendo que lo sucedido ayer, forjó la razón de lo que hoy, y es así como bajo cada hecho, se comienza a transcribir letra a letra, las consecuencias que en a su determinado momento del reloj reaparecen para despertar replanteamientos en nuestra mente haciéndonos comprender que nada sucede porque sí. Y es en ese preciso pulso del tiempo, en el que aterrizamos para decidir la dirección que le otorgaremos a nuestras vidas, y que al mismo momento, nos derivará a nuestra razón de existir. Cuando descubrimos esto, es porque nuestros ojos también se han descubierto a nuestra realidad...lo que traducimos a nuestro Despertar Existencial.