Así como la nieve que cae en invierno, se deja ver tu piel; blanca, sólida y tan fresca, que se pliega bajos tus ojos, como cuando la nieve se precipita al suelo.
Tus labios son como el fruto de aquel manzano que enfurecido se manifiesta color rojizo, sobrasaltando tu inmaculada blancura.Y qué decir de tu pelo, es como si bailara vals cuando mis manos lo rozan, es como una suave tela de tercipelo que pierde mis dedos en la sensibilidad de un absorto piélago.
Cuando elevas tus manos para acomodar tus libros en aquella repisa, tus dedos se deslizan sobre ellos como un flemático oleaje, que hipnotiza mi mirar y entonces acorralo cada movimiento que manifiestas procurando no detener aquel encanto.
Tus ojos brillan tanto como el sol de un amanecer, tan llenos de vida que su tamaño y luz natural iluminan hasta la opacidad más mínima de mi ser.
Cuando reflexionas con vista al ventanal, yo te observo desde lejos y veo como te abandonas en aquel vacío exterior...fijas tu vista en lo ausente, pretendiendo hallar una esencia que pueda hurtar tu aliciente, sin embargo, no es más que una idealización en vano. Extrañamente tu mirar se torna agobiado y vuelves la mirada hacia mí...
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